martes, 12 de julio de 2011

¡Oh Jesús!

Jesús insistía en saber mi nombre, le dije que no era necesario, si al fin de cuentas diga el nombre que diga, él iba a creerme y yo iba a mentirle, volví a proponerle que me llame como más le guste…

-Lechuza te vas a llamar- me dijo bien fuerte tapando mis habladurías del ser

-¿Lechuza…? ¿Por qué lechuza?, no sé si me gusta mucho, che- lechuza no era un buen nombre para una vecina de un niño, enseguida iban a creer que era alguna especie de narcotraficante o dueña de un burdel.

-Lechuza, si, porque tenes ojos grandotes- cerro los ojitos un poco y me lo dijo entre unas risas y los dientes apretados.

Los dos nos reímos bastante y le dije que apenas terminara de comer saldríamos a buscar a su hermanito, ese chico no podría estar muy lejos, quizás podríamos explorar un poco el barcito y el basural. De la casa salió una mujerota muy grande y con los pelos larguísimos pidiéndole a Jesús que entre a comer, ella se veía muy triste en verdad, quizás nunca vi a un ser humano tan triste, digamos, que al menos no lo disimulara, esos ojos estaban casi en una burbuja de agua. Jesús me saludó y prometió tocarme la puerta a penas terminara ese guiso que olía a mil maravillas.

Cuando volví a la casa me recosté un rato a pensar y lo único que obtuve fue una serie de incoherencias inconexas, entonces saqué unos libros, “Antología de la poesía sexual”, abrí una página al azar:

Laurel.

Entre tus flores frescas me zambullo, mujer.

Y paso un dedo para resfrescarme, mujer.

Traje flores para tus flores y fumarlas

mientras te penetro con mi minúsculo pene.

Enseguida pensé que aquello no hubiese excitado a nadie, era verdaderamente horrible y volví a leer algunas líneas del libro, pero nada. Ocurre que en esos casos acudo a mi libro preferido y leo algunos párrafos para sentirme bien después de haber entrado en lecturas vergonzosas, así fue como saqué “En el camino” y me relajé un poco con el querido Jack.

La noche, amiga, entró rápidamente por toda la casa envolviéndola en una locura mística y fantasmal. Eran casi las 8.30 cuando la puerta sonó repentinamente luego de un silencio abismal entre lectura-realidad.

Abrí la puerta y ahí estaba, lleno de paquetes de comida y una jaula de veterinaria. Estaba sencillamente hermoso (creo que allí me di cuenta que deseaba tenerlo en ese sillón enorme para acariciarle la cabeza, cosa que no significa que me guste o que esté enamorada, ni eso.)

Lucas entró, puso los paquetes en la mesa y alzó con fuerza la jaula que traía:

-Saluda a… Boyo, Boyo es tu gato nuevo- me dijo mirando la jaula de dónde se asomaba un verdadero bollo de pelos anaranjado y chiquito como un peluche barato.

Saque a Boyo de su jaula y casi lo ingiero de besos, era hermoso y tranquilo, caliente y suave. Los tres nos sentamos en el sillón y abracé a Lucas tan fuerte como pude, tan fuerte que casi me odia.

-Es muy hermoso, pero… es muy chiquito, me da miedo que se meta en algún lugar y que se lo coman esas ratas enormes que hay acá- Lucas no me escuchaba ahora, los dos mirábamos a Boyo y yo tampoco me escuchaba.

Lucas abrió un paquete de empanadas y empezó a contarme como estaba todo en el mundo de los vivos mientras devoraba una de jamón y queso. Resulta que mis papás hicieron una reunión en mi memoria y él fue invitado, me mostró unas fotos y todo. La cuestión es que leyeron unos poemas horribles que escribí cuando tenía nueve años y colgaron fotos mías espantosas de cuando tenía trece años y tenía el cuerpo desproporcionado pero el pelo radiante. A demás me contó que mi papá estaba sentado en una silla tomando ligeramente y que jamás pronunció una palabra y no miró a nadie en absoluto, mi mamá…bueno, ella sí hizo algunas actuaciones importantes, supuestamente lloró en todo el almuerzo y no paró de repetir que todo había sido culpa de mis amigos. Mis amigos no estaban.

-Lu, ¿viste a los caseros?, uno de sus nenes se escapó y no lo encuentran, hoy hable con Jesús, es muy buen chico, estaba muy preocupado- lo interrumpí abruptamente, no me importaba saber qué clase de espectáculos mortuorios estaban haciendo en mi honor. Y seguro los chicos estaban estudiando y esas cosas.

-Espera…tus amigos colgaron algunas cosas en facebook para vos, creo que no les parecía buena idea ir al show de tu mamá, escribieron cosas muy hermosas…mañana voy a imprimirlas. Y con respecto a Jesús, jamás te imaginé cristiana, linda…- Se rió un poco, pero luego me aclaro:

- Hace unas semanas el hermanito de Jesús murió, él estaba muy enfermo, tenía Leucemia, me encargué un poco de la situación pero Cristian…o Pachu como le dice Jesús, estaba muy mal. Jesús estuvo todos estos días de sus abuelos y es la primera vez que no lo ve en casa- Jamás iba a transformársele su cara para dar estas noticias, era impecable-

-Lu, pero ese nene no sabe nada y quiere ir a buscarlo- yo estaba terriblemente afectada, había hecho una promesa, pero ahora tenía que lidiar con un muerto de verdad.

Lucas se paro y me dejo un montón de empanadas de verdura, me abrazó, estaba muy cálido y tenía una de esas remeras lindas que se pone, y…se fue. Apenas abrí la puerta para verlo ir, Jesús venía en camino con una mochila anaranjada y la misma remera de hoy a la tardecita.

-Traje una linterna, porque está muy oscuro, ¿Vamos a buscarlo a mi hermano?- fue casi como una orden, la orden más triste que me dieron en mi vida. Traía un entusiasmo de cartuchera nueva con lápices de puntas largas y antes de darle un falso “sí”, lo abracé pero él no quiso.

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