lunes, 2 de enero de 2012

¿Más estelar?

VI

Me preguntaste que cosas hacía ahora que estaba muerta, te dije que me empecé a comer las plantas, apareció Lucas y quería sentarme con los dos a jugar a la generala, Antonio trajo un conejo enorme y me dijo que los conejos se comían a las moscas, que lo dejemos en el techo de la casa, estaba desnuda, Lucas y Antonio me miraba, yo los miré y les dije que estaba bien, Antonio me abrazó y Lucas se fue, le dije a Antonio que abrazara a Lucas, pero no quería que me suelte a mí.

Hacía mucho calor a la mañana y salí rápido de la cama, me lavé la cara pero no los dientes, no tenía más pasta. Fui a la cocina comí un pedacito de pan que había arriba de la mesa, pegado con mermelada, no había ni café, ni té, no había nada. Miré a la sala y Boyo dormía arriba de la mesa sobre un rayo de sol, estiró las patas y maulló, fui a darle un beso en su cálida pancita que pedía comida, pero tampoco hay comida para Boyo. Fuimos juntos hasta el bar, llevé a boyo dentro de mi bolso y se comió unas migas se galletitas que llevaba dentro.
Antonio estaba limpiando la barra con un trapo muy roto, estaba escuchando un tango precioso, había un señor a mi izquierda tomando un algún aperitivo. Antonio estaba con los ojos puestos en la barra, en las manchas, en las migas, en el tango que le hacía morder el labio superior.
-¿Vos tenes pasta de dientes acá?-
-Ajá, buen día, cuesta ocho pesos… se te mueve el bolso- Antonio se reía mucho.
-Es que traigo a mi gato, dame la pasta, comida para él, y servime algo para desayunar-
-Estoy por cerrar, llevate las cosas, puedo ir a hacerte un desayuno a tu casa, estoy trabajando desde anoche- la propuesta de Antonio me sacó los ojos de las orbitas.
Boyo y yo volvimos a la casa, Boyo maullaba un poco, yo iba sin mirar el piso, iba sin mirar atrás, apurada por abrirle la puerta a Antonio.
Arreglé un poco la sala, ya había tocado el timbre cuando me acordé que tenía los dientes sucios y fui a cepillármelos a la velocidad de la luz. Le abrí la puerta y entró con la cara tapada de panes y dulces y una bolsa de naranjas. Se instaló en la cocina y no hablamos nada, me dijo que lo esperara en la sala. Me senté en el sillón y vi como se me torcían un poco los pies, soy muy elástica cuando estoy nerviosa, me retuerzo, hago caras espantosas.
Trajo unas tostadas preciosas y un jugo anaranjado riquísimo.
-¿Los muertos también comen? No parece muy diferente a estar vivo, ahora no tengo tanto miedo-
-Si, comemos mucho, pero no tenemos plata, gracias- ¿Podría besarlo con una tostada en la boca y quedar bellísima?
- Tenes un apetito muy vivo, Vecina Nueva, que curioso nombre, ¿Vecina debe ser un nombre Italiano verdad?-
-Si y significa: la que está más sola que una mariposa el día de su muerte- Los dos nos reímos un poco.
Seguimos comiendo tostadas y él me contó algo sobre cómo cuidar esos sillones viejos y que iba a venir arreglarles las patas. Yo lo miraba y asentía con la boca pegoteada de dulce.
¿Qué podía hacer ahora que estaba muerta? ¿Enamorarme no es la mejor opción y la más desmaterializada del universo, de ese nuevo universo de césped alto en el que estaba viviendo, cuando alguien nuevo te atraviesa el alma con una flor y la planta en el medio de tu corazón, con tan solo mirarle la pupila y entender que era lo más estelar que habías visto, más que las estrellas, más que el agua cuando refleja las estrellas? Siento que quiero vomitar plastilina cuando lo veo, que me brota un jardín por dentro, uno con las más exóticas especies que jamás haya visto.
¿Más estelar que una estrella? qué estupidez.

3 comentarios:

  1. Me gustó este pedacito de historia.... veré si me fabrico unas horitas como para leer el resto del blog.... creo que lo voy a disfrutar mucho...
    Besos!

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  2. mas estelar que una estrella...que maravilla ! t amamos,abrazos desde montevideo

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